Hemos pasado de tener una visión Consistorial de la Ciudad de Palma integrada por barriadas de primera, segunda y tercera categoría a una acción urbanística del actual equipo de Gobierno municipal por la que se prescinde directamente del concepto barriada y se realiza la inversión pública en áreas, calles o ejes cívicos a la carta, lo cual desmerece al comercio tradicional e incentiva otras posibilidades, en el caso de la Calle Fábrica, claramente y únicamente los intereses de restauradores.
En consecuencia, la Unión de Asociaciones de Mallorca no puede entender una concepción de la Ciudad de Palma que prescinda de las barriadas. A las barriadas les afecta el diseño de la Ciudad de igual manera que no puede construirse una casa por el tejado. Quizá esta idea, que vuelve a estar lejana a la ciudadanía y a su día a día sea la que explique el caos urbanístico en el que está sumergida, literalmente, la Ciudad de Palma.
Evidentemente, esta visión administrativa y urbanística que prescinde de las barriadas por un bien supuestamente más elevado o superior implica tener una idea del interés general justificada por una acción de gobierno esté o no equivocada, lo cual acarrea evidentes perjuicios a ciudadanos concretos que, al parecer, tienen que limitarse a soportar este mal diseño de Ciutat a toda costa.
Al final quien cierra es el pequeño y mediano comercio, que no puede soportar la presión de este diseño de ciudad a la carta que defiende el actual equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Palma.
Una visión general de las barriadas de Palma, que facilite la productividad de riqueza, entendida como la suma de las diferentes actividades productivas es lo que procede, y no una selección de las mismas pues esta concepción de la ciudad es restrictiva, a la larga perjudicial.
Evidentemente, Palma precisa de un enfoque turístico, ya se ha hablado en algunos plenos de la importancia específica que ha adquirido del tratamiento del turismo a nivel municipal, más bien comprendido en el área de servicios que este colectivo de visitantes precisa de manera específica.
En consecuencia, la Unión de Asociaciones de Mallorca no puede entender una concepción de la Ciudad de Palma que prescinda de las barriadas. A las barriadas les afecta el diseño de la Ciudad de igual manera que no puede construirse una casa por el tejado. Quizá esta idea, que vuelve a estar lejana a la ciudadanía y a su día a día sea la que explique el caos urbanístico en el que está sumergida, literalmente, la Ciudad de Palma.
Evidentemente, esta visión administrativa y urbanística que prescinde de las barriadas por un bien supuestamente más elevado o superior implica tener una idea del interés general justificada por una acción de gobierno esté o no equivocada, lo cual acarrea evidentes perjuicios a ciudadanos concretos que, al parecer, tienen que limitarse a soportar este mal diseño de Ciutat a toda costa.
Al final quien cierra es el pequeño y mediano comercio, que no puede soportar la presión de este diseño de ciudad a la carta que defiende el actual equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Palma.
Una visión general de las barriadas de Palma, que facilite la productividad de riqueza, entendida como la suma de las diferentes actividades productivas es lo que procede, y no una selección de las mismas pues esta concepción de la ciudad es restrictiva, a la larga perjudicial.
Evidentemente, Palma precisa de un enfoque turístico, ya se ha hablado en algunos plenos de la importancia específica que ha adquirido del tratamiento del turismo a nivel municipal, más bien comprendido en el área de servicios que este colectivo de visitantes precisa de manera específica.
Crear por lo tanto áreas lúdicas, destinadas exclusivamente al ocio es un error porque al limitar el tejido empresarial, al acabar con el comercio tradicional estamos creando actividades que son meramente de explotación de los recursos, ni los regeneran ni son sostenibles como está a la vista sucede cuando la temporada turística no es buena. El caso más evidente de lo que hablamos y punto que también se trata en este Pleno es el de la Playa de Palma, es decir, lugares destinados a la explotación turística en los que la reeinversión del Estado es mínima y en la que los servicios deficitarios de los sucesivos Ayuntamientos provocan la obsolescencia.
Las cosas desde un punto de vista como el que tiene el actual consistorio socialista funcionan en el corto y medio plazo en tanto en cuanto se cuidan y ya tenemos más que comprobado, de ahí todos los temores de la barriada de Santa Catalina, de que este Ayuntamiento se despreocupa del mantenimiento, de los cuidados y servicios que precisan tales inversiones, con los que sus intervenciones e injerencias en los planteamientos del libre mercado de la producción de riqueza no son más que pan para hoy y hambre para mañana, el pan que además sólo reciben unos cuantos y la pobreza que como estamos viendo cada vez está más generalizada para todos, seamos o no de Santa Catalina.Texto secundario