Las políticas de depredación de los recursos deben terminar. Quienes esperaban salir de la crisis a través de macroproyectos, inversiones grandilocuentes, en definitiva cohetes de artificio están decepcionados porque el mensaje que se traslada desde el nuevo Gobierno en las Islas Baleares es el de austeridad, eficacia y eficiencia en la Administración Pública.
De esta manera, terminar el Palacio de Congresos a costa de aumentar la deuda pública que pagamos todos puede ser oportuno, siempre que se demuestre que su finalización es viable y que contribuirá de manera inmediata a la producción de ingresos, parece que esos estudios ya se hicieron en su día y está además la cuestión de la mala imagen que genera la obra inacabada de la primera línea de Palma para los turistas.
Pero las inversiones en estadios de fórmula I, el regreso del Mallorca al LLuís Sitjar a costa de derribar parte del estadio Son Moix, que cuenta con menos de diez años; deben analizarse por separado minuciosamente. Lo que está en juego es la viabilidad económica de las Islas Baleares, no sólo para la próxima década, sino para los próximos 30, 40 y 50 años, es decir, que de lo que se ha hecho y de lo que se haga ahora saldarán la cuenta los hijos y nietos de los actuales contribuyentes.
En definitiva, todos los proyectos deben analizarse de manera pormenorizada, desde el prisma de la continuidad y el desarrollo, que no del crecimiento insostenible. Así, la rehabilitación de edificios, sin ir más lejos, es una salida muy adecuada para el paralizado sector de la construcción.
Desde luego el sentido común impide hacer de nuevo políticas que estaban sostenidas en el endeudamiento ficticio, la construcción de estructuras que se han demostrado eran artificiales para generar una riqueza que en el medio plazo nos han llevado al desastre, al endeudamiento y la pobreza que ahora padecemos en las Islas Baleares.
Seguramente en venideras elecciones los decepcionados se sumarán a los indignados para propiciar cambios de gobierno, esperemos que no vuelvan a coincidir nunca más en más de lo mismo.