Hay un momento de inflexión en un proceso de rescate que ha sido el que ha marcado la diferencia entre hacer las cosas mal, al principio, y el desenlace final que es el esperado por los españoles, la liberación del pesquero. Ese momento es el preciso en el que los familiares toman el protagonismo en los medios de comunicación y se convierten en actores políticos activos. Esta presión sobre la opinión pública ha sido decisiva para que se produjera la coordinación, un principio administrativo básico tan difícil de alcanzar hoy en día cuando los medios informáticos y los avances tecnológicos deberían propiciarlo como nunca.
Que sean bienvenidos los tripulantes españoles de la Alakrana y que se hagan los cambios legislativos necesarios, con urgencia, para no tener que volver a ceder al chantaje del terrorismo sea cual sea su expresión....
El Estado español es lo que es. No es tercermundista como los que todavía no han negociado una resolución al conflicto después de meses de secuestro, ni es EEUU. Algunos parece que gustan de una solución radical, del disparo al pirata con francotirador y ahí se acaba todo, una solución que nos sitúa a la misma altura de los delincuentes o que incluso la sobrepasa.
España ha actuado como lo que es, una potencia intermedia que paga sus propias carencias y que se encuentra sola, a pesar de pertenecer a múltiples alianzas en los momentos difíciles como los que se han vivido.
De esta experiencia hay que aprender, por lo menos la vida de los pescadores está a salvo; pero la pregunta que todos los partidos políticos nos hacemos ahora es qué pasará, qué puerta se ha abierto a este modo de actuar sin firmeza en el futuro y si las responsabilidades a partir de ahora deben asumirse por unos armadores que ponen en riesgo la vida de la tripulación para obtener beneficio del negocio de la pesca. El debate en nuestra sociedad plural, democrática y libre está abierto.