
Está claro que la política de las grandilocuencias ha tocado a su fin al seguir una línea claramente contraria a los intereses de la ciudadanía, cada vez más alejados de los de sus representantes políticos. El discurso vacío de contenido, el arribismo y el oportunismo político forman parte de una estrategia caduca, asociada ya a prácticas irresponsables que serán rechazadas en las urnas. Nuestro Proyecto Liberal avanza con políticas realistas, que nacen de las necesidades individuales de los ciudadanos en momentos de riesgo para la propia libertad del hombre.
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