23/2/09

La marcha del Ministro Bermejo, que respetamos, debe servir para intervenir las graves disfunciones en Justicia que padece España.

Empezó siendo un Ministro de confrontación ideológica abierta, su trayectoria anterior ya venía marcada por graves disputas con determinados miembros de las filas del Partido Popular. Su decisión de dimitir tiene un trasfondo político mucho más profundo que el de las inoportunas cacerías, y así lo ha trasmitido. Su desapego al cargo habla por sí mismo, muchas de las críticas por aprovechar las prebendas del Alto puesto no estaban fundadas y los que ahora se alegran por su dimisión tendrán que responder, en pocos días, de los verdaderos problemas de supuesta corrupción en democracia que han aflorado a la luz pública, que deben depurarse y para éso se aparta el Sr. Bermejo, al igual que deben atacarse las graves disfunciones de un sistema judicial resquebrajado. El ya ex-Ministro de Justicia ha sido protagonista principal de la lucha de partidos PP-PSOE; pero la tarea que hay que desempeñar en el Ministerio es muy superior a cualquier confrontación partidista, tiene que ver con la credibilidad del poder de la Justicia en democracia y en la España del S. XXI.

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