No siempre la reducción del déficit público debe realizarse a través de la contención de todo el gasto público, precisamente este gasto controlado es positivo cuando se trata de tiempos de crisis, pues el gasto público ayuda a paliarla dando lugar a promociones económicas y sociales que, de otra manera, no podrían articularse. Otra cosa muy diferente es que este déficit público, el endeudamiento público, esté sosteniendo o encubriendo un gasto innecesario e injustificado sinónimo de derroche en partidas presupuestarias en las que la clase política, como principal interesada, debería dar ejemplo de ahorro y austeridad.
Así, los altos cargos que superan en número a los de mandatos anteriores, por pura lógica contable ya que cada partido del gobierno plural ha dispuesto los suyos, y los asesores designados a dedo deberían ser los primeros en poner su funcionalidad a disposición del Consistorio, de tal manera que en un momento de expansión económica se podría entender su necesidad; pero en estos momentos de contracción rotundamente no sirven para nada.
Otra cuestión de interés para la austeridad es la especial observancia que debe llevarse a cabo de los trámites administrativos para la eficaz gestión pública. Estamos acostumbrándonos a que la crisis cree inmovilismo entre la clase política que gobierna sin dinero en las arcas públicas; pero que debe exigir del funcionariado una reacción de control administrativo y rigor como nunca antes, pues de esta gestión depende por ejemplo que los fondos destinados a ayudas urgentes no se pierdan y que lleguen realmente a quienes lo necesitan.
Estamos por tanto ante un ejercicio de esfuerzo y de responsabilidad política y pública, de gestión a favor de quienes lo necesitan renunciando la administración a lo superfluo, ajustándose los funcionarios el cinturón sin mermar su productividad administrativa.
Entendemos que la mejor manera de afrontar esta situación es revisando el organigrama municipal, su funcionalidad y eficacia en términos de servicio productivo para quienes más lo necesitan, reduciendo aquellas áreas que en este momento no van a contribuir ni a este servicio ni al fomento de la economía y del empleo, centralizando los esfuerzos administrativos y exigiendo una supervisión pormenorizada por áreas municipales de lo que hace falta, de lo que es imprescindible y de lo que no, sin afectar con los ajustes el rendimiento institucional que sea productivo y ayude a salir de la crisis. En este sentido el desmesurado gasto público poco tiene que ver con el servicio al ciudadano y con la mala gestión.
Hay que evitar viajes, regalos en fiestas señaladas, coches de lujo con chófer de uso individualizado, el absentismo sin consecuencias, en definitiva hay que abolir los privilegios de los que nos administran en tiempos de necesidad económica de todos, ya que sólo cuando los ciudadanos empecemos a ver que se toman medidas reales en este sentido y que no se hacen pagos innecesarios a empresas externas cuando los informes los pueden evacuar los técnicos del Ayuntamiento empezaremos a retomar la confianza en los políticos.
Si Uds. Sres. Políticos siguen sin ajustarse a la realidad de crisis del Municipio la imagen que le trasladan a la ciudadanía es de que están, en realidad, despreocupados de la crisis mientras a Uds. les vaya bien, ahora que no habrá mociones de censura ni puede haber adelanto de los comicios municipales hasta que se agote la Legislatura y, por tanto, sus salarios están ya asegurados, a diferencia de lo que le sucede a una gran mayoría de la población. Que no sea su gestión pública ineficaz un perjuicio añadido más a los que ya padecen.
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