20/1/13

El poder y la corrupción del dinero

La que ha sido conocida como una red de corrupción vinculada al Partido Popular, el caso Gürtel está dejando al descubierto, a medida que se intuye su alcance, las claves de su existencia. La más importante: nadie actúa impunemente si no tiene detrás el respaldo Institucional, la garantía de que la corrupción sostiene a quienes la amparan.

El funcionamiento de la corrupción en general, su modus operandi es antiguo, cuantas más voluntades hayan sido compradas más fácil es no responder ante los controles de legalidad, nada que no sepamos después de haber visto la saga de películas mafiosas del Padrino.

Pero esta manera de hacer las cosas, propia de los países del Mediterráneo que no confían en el Estado, porque el propio Estado ampara la corrupción, no está exenta de complicaciones para quienes, unas veces incautos, otras seducidos por la lujuria del poder, tienen contacto con la corrupción, como si de un virus que tiende a extenderse se tratara.

El propio dictador Franco decía que la corrupción era la grasa del sistema. Es decir, que el gobernante decide si consentirla o combatirla. A menos claro está, que el gobernante ostente tal condición porque han sido los propios corruptos quienes le han encumbrado y ésto le deja sin alternativa posible. Y es en este punto donde nos damos cuenta de que era muy necesario alcanzar el poder para ponerle fin a la trama Gürtel de manera pactada a nivel de partido, pero con la garantía de que las Instituciones democráticas no perseguirían a los corruptos -siempre piden algo a cambio de lo que dan primero, por aquello de que si yo caigo tú caes conmigo. Por si faltara poco, ahora aparece la sospecha de reparto de sobres en negro que no es más que la práctica directa de la compra de las voluntades necesarias, de difícil prueba, lo que se conoce como de prueba diabólica.

Siempre son los corruptos quienes intentan desacreditar a quienes les pueden suponer una amenaza para levantar su tapadera, su poder llega lejos y tienen herramientas que no dudan en utilizar para el fraude, a diferencia de los que están sometidos y comprometidos con las leyes del Estado de Derecho. No sirve, porque no se puede, combatir al Diablo con las mismas armas ¡que se lo digan al Juez Garzón!

La crisis de todos los españoles ha dado lugar a leyes de amnistía fiscal que bajo la excusa de que es necesario atraer dinero que sirva al ingreso de las arcas públicas están utilizándose también para blanquear y prescribir delitos, para perdonar la corrupción institucionalizada y, en algunos casos, hasta para amenazar con el escándalo si el corrupto de turno no se aviene a la norma, es decir, que se hace política de Estado utilizando la corruptela de los demás. Sucede entonces que los corruptos, como ya pasara con los etarras, tienen nombre y apellidos y son bien conocidos.

Esta descripción responde al modelo de poder sustentado en el dinero y la corrupción, muy lejano al ideal democrático que inspira al Sistema Occidental.

Pero no todo está perdido. Treinta y cuatro años de democracia en España han generado espacios de libertad y legalidad desde donde pueden emerger las nuevas fuerzas políticas que, limpias de toda sospecha, perseveren en este ideal democrático, en la regeneración al servicio de todos los españoles.

Estamos en un período convulso de la Historia política de nuestro país, asistimos al inicio de la decadencia política en la España de los dos partidos que han tenido el poder y se han alternado entre sí, siendo la antesala del mismo la crisis económica que este sistema de poder y corrupción del dinero ha provocado en esta España a la que tanto queremos, que no merece el expolio.

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