Las circunstancias actuales nos obligan a precisar, aún corriendo el riesgo de parecer elementales, todo punto que pueda ser mal entendido.
De entrada digamos que el individualismo liberal no puede, en ningún modo, asemejarse a una especie de egoísmo antisocial estructurado.
Como recordatorio, los primeros Sindicatos obreros de Europa y las primeras Mutuas fueron creadas por los Liberales y aún funcionan como tales en los países más adelantados de la Comunidad Europea. Entre otros, numerosas instituciones caritativas y eficaces de carácter público han tenido (y todavía tienen) fundadores de ideología claramente liberal.
Ni el Socialismo responsable se reconoce hoy en la anarquía de los "Socialterroristas" lanzadores de bombas del siglo XIX, ni el Liberalismo actual se puede identificar con el llamado Liberalismo "salvaje".
A este respecto, no existe hoy en día desde el punto de vista doctrinal un "liberalismo salvaje" como no existe por ejemplo un "integrismo islámico": lo que sí puede existir, son salvajes que "practiquen" el Liberalismo tanto como integristas que "practiquen" el Islam. Si no captara la diferencia sería una explicación en vano.
El individualismo liberal toma en consideración todos los grupos humanos institucionales o no, oficiales o no: esto es, toda la comunidad sociológica de la sociedad humana en su extensión más abierta.
Pero esta toma de consideración pasa por un criterio preciso: toda entidad colectiva sólo tiene justificativo moral o valor humano en la medida en que favorece prioritariamente el mejor desarrollo personal de los individuos de los que se constituye.
Y esto, no en un ideal continuadamente pospuesto al mañana, sino en el día a día concreto.
Para el Liberalismo, el individuo no se encuentra opuesto al grupo ya que éste, por definición, está compuesto por individuos. Es cuando el grupo se individualiza él mismo como persona abstracta, imponiendo sus fines personales a sus miembros, que el Liberalismo le niega toda la cualidad humana y lo define como perjuicio social.
Fuera de las crisis imperiosas (revoluciones, guerras, epidemias, etc.) la aniquilación del individuo en el seno del grupo bajo el cubierto de un futuro mejor es la peor de las estafas (la Historia lo ha demostrado) porque la vida de cada uno es, finalmente, un mundo en sí mismo.
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