A continuación les transcribo unos párrafos que evidencian mi preocupación de aquellos momentos que hoy encontrarán Justicia. Cada uno de nosotros, como españoles, tendrá su opinión al respecto, unos considerarán que la resolución judicial no es suficiente y otros que nada hará cambiar lo que sucedió; pero al ver a los familiares de los afectados que esperan se haga Justicia con la Sentencia del 11M -no sólo por su fallo, sino por el correlato de hechos probados- no podemos menos que solidarizarnos con ellos y confiar en que así sea. Por otra parte, un partido político no puede solidarizarse sin más con los desfavorecidos, con los desprotegidos de nuestra Sociedad, si antes no ha hecho una labor previa, social, lo contrario es intentar adscribirse al sufrimiento de algunos para sacar un rédito político detestado por todos. Tanto fue así que, a pesar de no estar en política activa en aquél momento, ni siquiera me pareció oportuno publicar el ensayo entorno a esas fechas de 2004, no sería hasta meses después -ya pasado el día de Todos los Santos de aquel año- cuando el ensayo vería la luz, por un respeto que hoy conservo intacto:
"Exactamente después de novecientos once días desde el fatídico 11 de septiembre en Nueva York se produce el atentado de Atocha y han aparecido reivindicando su autoría cintas de video que habían sido simbólicamente depositadas entre una mezquita y un tanatorio madrileño, moviendo sus piezas y firmando los fundamentalistas de la religión islamista una amenaza futura de más muerte.
El ejecutivo español en funciones tras las elecciones del 14M, refiriéndose a la polémica de estos hechos, afirma que no ha mentido, que ha cometido un error en la gestión de la información que ha sido castigado con las urnas, convirtiendo con ello al pueblo en protagonista directo en la lucha antiterrorista. No en balde el pueblo español tiene como las dos primeras causas ancestrales de preocupación el paro y el terrorismo.
Lo cierto es que el pueblo castiga al P.P., pero no otorga su confianza rotunda al P.S.O.E., se produce por primera vez una diferenciación clara entre los efectos de la mala gestión de un liderazgo personalista y los planteamientos políticos de un partido como el popular, del que no se duda su indiscutible y arraigada tradición democrática, que asiste a la derrota más legítima que puede haber en democracia, la de las urnas.
De esta manera, el P.P. queda relegado a la oposición a la espera de tiempos mejores para la alternancia, este país ha sido gobernado desde el balanceo ideológico desde siempre, aunque esta vez el cambio de gobierno no atiende a razones económicas, sino a la dignidad del pueblo y a un ejemplo democrático que dice mucho de la madurez de los españoles y de su conciencia humanista y solidaria, la misma que ha sabido discernir que los civiles fallecidos en Madrid el 11 de Marzo no tenían obligaciones contraídas al modo militar y que, por tanto, no han entregado o dado su vida por España, sino que a estos 191 inocentes se les ha quitado la vida.
Es por este motivo principalmente que se hace aconsejable que cuanto antes y sin dudarse las tropas españolas regresen a España, sin que este dato interfiera un ápice en la Alta consideración de la dignidad y soberanía del pueblo español, que ha sabido siempre estar en su lugar, por encima de la política.
España se merece unos políticos que estén a la altura de su pueblo y de su incipiente democracia, que hagan lo posible por erradicar el miedo, el terror, la coerción, todo tipo de violencia que atente contra la complejidad real del hombre (racional, consciente y libre).
Más de la mitad de los españoles, entorno al 68% cree que no pueden influenciar como ciudadanos en lo que hace el Gobierno, esto explicaría la poca cultura electoral existente a la hora de castigar, potenciar a un partido en las urnas según su actuación, se está iniciando aún la mayoritaria convicción de que el voto en un sentido es el que más influencia provoca en el Gobierno pues no sólo lo controla sino que lo decide.
La socialización y la cultura son un modo de transmisión de valores, su carencia produce el desamparo al que constantemente nos referimos, los ciudadanos se sienten desprotegidos ante las amenazas de quien mínimamente sea capaz de organizarse para burlar estos controles. El peso de la Ley sólo recaerá sobre quien constituya un peligro para el Estado, todos los medios del Estado enfrentados a una persona producen su aplastamiento, pero ni siquiera todos los medios del Estado juntos pueden amparar a todos los ciudadanos frente al terrorismo. Entre estos varemos de realidad deben arbitrarse soluciones viables, de inteligencia nacional. No es necesaria la política de panóptico carcelaria para toda la población a la que se nos está acostumbrando; pero sí contundencia en los medios de respuesta inteligente contra el terrorismo intrínseco e internacional. Ahora bien, hay un matiz todavía que resolver, no debe aprovecharse una amenaza constante a la seguridad ciudadana para intervenir represoramente como decimos ante todo lo que motive inseguridad, pues se cae en el miedo a la represión extensiva sin miramientos." Cfr. Capítulo 11. Jaque mate del terrorismo. ¿En qué manos estamos?.
El ejecutivo español en funciones tras las elecciones del 14M, refiriéndose a la polémica de estos hechos, afirma que no ha mentido, que ha cometido un error en la gestión de la información que ha sido castigado con las urnas, convirtiendo con ello al pueblo en protagonista directo en la lucha antiterrorista. No en balde el pueblo español tiene como las dos primeras causas ancestrales de preocupación el paro y el terrorismo.
Lo cierto es que el pueblo castiga al P.P., pero no otorga su confianza rotunda al P.S.O.E., se produce por primera vez una diferenciación clara entre los efectos de la mala gestión de un liderazgo personalista y los planteamientos políticos de un partido como el popular, del que no se duda su indiscutible y arraigada tradición democrática, que asiste a la derrota más legítima que puede haber en democracia, la de las urnas.
De esta manera, el P.P. queda relegado a la oposición a la espera de tiempos mejores para la alternancia, este país ha sido gobernado desde el balanceo ideológico desde siempre, aunque esta vez el cambio de gobierno no atiende a razones económicas, sino a la dignidad del pueblo y a un ejemplo democrático que dice mucho de la madurez de los españoles y de su conciencia humanista y solidaria, la misma que ha sabido discernir que los civiles fallecidos en Madrid el 11 de Marzo no tenían obligaciones contraídas al modo militar y que, por tanto, no han entregado o dado su vida por España, sino que a estos 191 inocentes se les ha quitado la vida.
Es por este motivo principalmente que se hace aconsejable que cuanto antes y sin dudarse las tropas españolas regresen a España, sin que este dato interfiera un ápice en la Alta consideración de la dignidad y soberanía del pueblo español, que ha sabido siempre estar en su lugar, por encima de la política.
España se merece unos políticos que estén a la altura de su pueblo y de su incipiente democracia, que hagan lo posible por erradicar el miedo, el terror, la coerción, todo tipo de violencia que atente contra la complejidad real del hombre (racional, consciente y libre).
Más de la mitad de los españoles, entorno al 68% cree que no pueden influenciar como ciudadanos en lo que hace el Gobierno, esto explicaría la poca cultura electoral existente a la hora de castigar, potenciar a un partido en las urnas según su actuación, se está iniciando aún la mayoritaria convicción de que el voto en un sentido es el que más influencia provoca en el Gobierno pues no sólo lo controla sino que lo decide.
La socialización y la cultura son un modo de transmisión de valores, su carencia produce el desamparo al que constantemente nos referimos, los ciudadanos se sienten desprotegidos ante las amenazas de quien mínimamente sea capaz de organizarse para burlar estos controles. El peso de la Ley sólo recaerá sobre quien constituya un peligro para el Estado, todos los medios del Estado enfrentados a una persona producen su aplastamiento, pero ni siquiera todos los medios del Estado juntos pueden amparar a todos los ciudadanos frente al terrorismo. Entre estos varemos de realidad deben arbitrarse soluciones viables, de inteligencia nacional. No es necesaria la política de panóptico carcelaria para toda la población a la que se nos está acostumbrando; pero sí contundencia en los medios de respuesta inteligente contra el terrorismo intrínseco e internacional. Ahora bien, hay un matiz todavía que resolver, no debe aprovecharse una amenaza constante a la seguridad ciudadana para intervenir represoramente como decimos ante todo lo que motive inseguridad, pues se cae en el miedo a la represión extensiva sin miramientos." Cfr. Capítulo 11. Jaque mate del terrorismo. ¿En qué manos estamos?.
Hoy releo lo que entonces escribí en Madrid, y toma más fuerza, más significado. Estamos inmersos en ello. Algunas cosas han cambiado con el paso del tiempo, por ejemplo estoy de nuevo en la política activa, ahora promuevo un partido político de ámbito nacional y vuelvo a encontrarme en la obligación de dar a conocer lo que otros silencian para su propio provecho.
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